Sorry pero algo de espirituoso tiene este texto: es imposible hablar de amor sin hablar de algo más grande que tú mismx.
El otro día mientras hablaba con un amigo sobre nuestras experiencias amorosas caí en cuenta de que nos estábamos diciendo mutuamente cosas tipo “mereces mucho más que eso” o “yo merezco alguien que…” y lo que voy a decir a continuación va a sonar demasiado rebuscado, pero lo quiero escribir porque me parece valioso reflexionar sobre ello y porque queramos o no el lenguaje y el uso que le demos nos determina.
Por eso, a partir de ahora, cuando pienses “¡Ay! Pero no te lo tomes tan literal” deja pasar el pensamiento y sigue leyendo. Sí lo vamos a analizar de forma literal porque tu mente no entiende la diferencia.
Merecer, según la rae, es ser “digno de un premio o un castigo”. Viene del latín merescĕre (ser digno de un premio). El verbo es merere (ganar, merecer) y el sufijo verbal -scere que indica un proceso del verbo anterior (merere).
Que yo merezca X o Y supone que ese X o Y es un premio. UN PREMIO. Un premio que me gano por ser guapa, inteligente, exitosa, amorosa, etc, etc; cualesquiera que sean las condiciones que nuestrxs amigxs ven en nosotrxs y que nosotrxs vemos en nosotrxs mismxs cuando decimos “merezco mucho más que esta persona”.
Ahora, yo sé que cuando lo decimos quizá nos queremos referir a que esa persona merece ser feliz y ser amada, supongo. Cuando yo me lo repito a mí lo digo como queriéndome decir: yo soy una tipa genial que se merece amar y sentirse amada y eso es muy bonito, pero a mi parecer tiene gato encerrado.
Primero y más importante: el que nos amen y el que amemos a alguien NO ES NI DEBE SER UN PREMIO. En principio porque no es algo que das y quitas.
El amor es lo que somos en nuestra esencia más pura. El amor no es un premio como una especie de medalla olímpica que ganas por hacer algo destacable. El amor no puede ser algo que se merece porque no puede condicionarse bajo absolutamente ningún mérito.
Cuando decides estar o no con alguien lo que en realidad estás decidiendo es darle o no tu tiempo y tu atención, más no tu amor. Tu no puedes controlar si amas o no a una persona, lo único que puedes controlar es si le das espacio en tu aquí y ahora con tu cuerpo y/o con tu mente.
Ahora, yo sé que estamos demasiado tatuados con la meritocracia en nuestra existencia y con creencias capitalistas, paternalistas y machistas del deber ser de la vida y las parejas: los manes van con la presión de tener que ser los grandes protectores, los que cuidan y proveen estabilidad emocional y económica y van por la vida escuchando conceptos como “rendimiento sexual”; y las viejas, bueno, nosotras sí que vamos corriendo intentado ser todo lo que tenemos que ser en todos los aspectos de la vida para ser “merecedoras” de amor -y de igualdad de derechos, como si fuera poco lo primero-.
*Yo sé que nadie tiene que ser nada, pero hablo de las creencias que ya tenemos dentro nuestro y que cuesta desaprenderlas*
Es apenas entendible que en la historia de la humanidad hayamos usado el concepto amor como carnada para conseguir lo que queríamos, pero es hora de quitarnos la idea de que es una carnada.
Segundo: aún aunque nos refiramos al tiempo y la atención de alguien -y no su amor- cuando decimos “merecemos algo mejor” seguimos refiriéndonos a nuestra existencia en la vida de otra persona como un premio y con un sentido meritocrático que me parece que no debe ser.
Quizá las personas no coincidamos en nuestras formas de ver la vida, quizá alguien no pueda suplir tus necesidades afectivas o que tu no hayas sabido expresarlas, quizá eres tú quien no puede suplirlas o entenderlas; quizá alguien es abusivx -porque no sabe o no puede hacerlo mejor- y tú no vas a aceptar eso para tu vida; está bien, las personas podemos no coincidir para compartir nuestro tiempo y nuestra atención por la razón que sea, pero eso no quiere decir que alguien ganó o no ganó un premio estando contigo o que alguien te merece o no te merece.
Simplemente no coinciden como seres humanos en igualdad de importancia.
Ya bastantes ideas jerárquicas hay en nuestra humanidad y que generan infinito dolor como para que perpetuemos en nuestros vínculos esa que es tan poco amorosa.
Las personas no nos merecemos entre sí: simplemente coincidimos o no coincidimos. Así suena más amoroso.