En nuestro último episodio de nuestro podcast "El deseo de conectar" hablamos con Lis Muñoz, una mujer que creció en medio de una familia cristiana muy conservadora y muy restrictiva y de cómo ella, creciendo, terminó siendo todo lo que se suponía que era pecado.
"Mis padres se convirtieron al cristianismo y mi padre terminó siendo el pastor de la iglesia"
Así es como empieza la historia de Lis en la que nos cuenta que hasta los 10 años su familia fue "normal" como cualquier otra. Luego, sus padres conocen una iglesia cristiana y vuelcan toda su vida y sus hábitos en lo que les indicaba su iglesia. Su padre termina tan involucrado, que termina siendo el pastor de esa iglesia. Para Lis fue un proceso normal hasta que las infinitas prohibiciones de la iglesia empezaron a limitarla y alejarla de las cosas que a ella la hacían feliz.
Bailar era pecado
Escuchar música que no fuera cristiana era pecado
Besarse con su novio era pecado
Tener novio era pecado
Tener sexo sin casarse era pecado
Lis empezó a sentirse tan cohibida y tan poco libre que un día le dijo a sus padres:
"Renuncio a ser cristiana"
Cuando Lis entra en la adolescencia empieza a tener novios y eso para sus padres era completo pecado. Empezó a montar tabla en la ciudad de Medellín, donde nació, y eso también era pecado. Empezó a vestir con ropa ancha, y eso a pesar de que no era pecado, igual era mal visto por sus padres, porque debía vestir "más femenina".
A muy corta edad Lis se va de su casa después de sentir que, incluso habiendo renunciado a ser cristiana, las restricciones seguían siendo enormes. Porque por mucho que tus padres te amen, si aman más a dios y a su iglesia, pueden terminar por interponerse en ese amor con sus hijos. Especialmente sin son hijos "pecadores".
Una lucha por la aceptación...
Lis empieza a consumir marihuana desde muy temprana edad y esto, para sus padres, fue como sentir que su hija ya era la propia hija del demonio.
Por eso, Lis emprendió el camino de independizarse por completo de sus padres y se mudó a casa de su novio y su novia. Y sí, por supuesto, eso también era pecado.
Luego de mucho luchar con el rechazo de sus padres por vivir coherente con sus deseos y con su felicidad...
Los padres de Lis terminaron por aceptar que, a pesar de que no estaban de acuerdo con ella, la respetaban y la amaban.
Esto fue después de un proceso muy profundo de aceptación propia por parte de Lis con respecto a su sexualidad, su diversidad relacional y en últimas su identidad.
Por eso, cuando tu identidad sea diferente a lo que te dijeron que tenías que ser, lucha por vivir tu verdad y por tu felicidad. Nadie tiene cómo regresar el tiempo perdido de una vida vivida para los demás.