Hablemos sobre erotismo

Hola Sinnombre

Hola Sinnombre

Hola Sinnombre,

Empecemos por tu nombre. No lo sé y no sé nisiquiera si es que no lo recuerdo o nunca te lo pregunté. Han sido unos 5 años desde que nos vimos por primera y última vez y por eso quizá ni me recuerdes, aunque no sé si es posible que alguien olvide a otro alguien con quien ha follado. 

Ese día, que era un miércoles, yo estaba con mis amigas francesas en un bar que frecuentábamos porque tenían barra libre para mujeres. Era barra libre para mujeres porque así opera la cultura machista: ellas que tomen, ellos que paguen. 

Yo te vi a lo lejos y me pareciste muy guapo, barbado y de buen porte. Le dije a mi amiga de inmediato que te iba a abordar. Estaba un poco ebria y como dicen los cobardes: eso me daba valentía. Y lo hice. Me acerqué, te saludé, te dije mi nombre y empezamos a bailar. Yo, para serte sincera, quería, desde que te saludé, llevarte a mi casa y que nos quitaramos la ropa. Eso lo tenía muy claro y por eso me acerqué a ti sin muchos rodeos. Bailamos un rato, no recuerdo cuánto tiempo, hasta que le pediste a tu amigo un trago para mi. Te dije: mira, ya tengo mi vaso. Era el vaso de plástico que daban gratis a las mujeres en la barra. Y te lo mostré. Me lo quitaste y me diste el que preparó tu amigo para mí, el que, me imagino, tuvieron que pagar entre todos. Me pareció coqueto de tu parte.

Te lo recibí. Recuerdo que estuvimos en un taxi. Recuerdo que le compraste el CD al taxista. Recuerdo decirte que me quería ir a mi casa. Recuerdo que llegamos a un motel. Recuerdo estar juntos en la ducha y que me pediste que me dejara mi collar de colores. Recuerdo ponerte un condón. Recuerdo despertar al otro día. Recuerdo ver mi celular con muchas llamadas perdidas de Lena. Recuerdo pedir un taxi. Y solo recuerdo estas imágenes que no duran más de dos segundos cada una. 

Llegué a mi casa al otro día y recuerdo ir a dormir hasta después del medio día. 

Desde que me levanté a comer y tomar tanta agua como podía empecé a rehacer en mi cabeza cada detalle de la noche anterior. ¿Estaba tan tomada como para no recordar cómo llegamos al taxi? ¿Estaba tan tomada como para no exigirte mi regla número uno al follar con alguien desconocido que era hacerlo en mi casa? 

–¡Amiga!– me gritó Lena desde el balcón

–Estoy muerta– le dije.

–¿Por qué no me avisaste que te ibas a ir anoche? Estuve buscándote desesperada hasta que me dijo Claudio que te vio irte con un chico.

–No sé por qué no te avisé. Siempre aviso. Lo sabes.

¿Estaba tan tomada como para no avisarle a mi amiga que nos íbamos? ¿Estaba tan tomada como para no recordar casi nada desde que me diste el trago que me pasó tu amigo, justo cuando bebí de ese vaso? 

Yo, la verdad, es que desde entonces he tenido la duda y siempre me imagino que quizá pusiste algo en ese trago. Que quizá no confiabas por completo en tu capacidad para seducir a una mujer y hacerla desearte. Quizá no te gustaba recibir un no como respuesta y por eso necesitaste una “ayudita”. Quizá te hacía sentir poderoso quitarme la posibilidad de elegir, hasta el último segundo, si quería follar o no contigo. 

Siento desde entonces y aún hoy la sensación de que me quitaste la posibilidad de decidir algo que yo ya tenía decidido y solo con quitarme ese poder me quitaste mi decisión completa.

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