Quiero empezar este blog sobre erotismo con lo siguiente:
Una mujer necesita una habitación propia para escribir y para masturbarse.
No sé si sabes, pero en la literatura existe un "dicho" (aunque en realidad es una cita de un libro de ensayos de una escritora importantísima llamada Virginia Woolf) que dice "toda mujer necesita una habitación propia para escribir".
Más allá de analizar los ensayos de Woolf en ese libro o hacer una crítica sobre la crítica que recibió y aún recibe ella por esa afirmación, quiero iniciar esta serie de entradas de blog donde hablaremos sobre erotismo (yo y ojalá otras personas) con una reflexión en torno al espacio propio y el espacio fértil para el placer y el libre desarrollo del erotismo corporal (también hablaré en otro post de las diferencias entre los tres tipos de erotismo).
Pues bien, yo, la creadora de WETCARLOTA, soy una mujer de 26 años que ha vivido fuera de la casa de sus padres desde los 16. Y no ha sido porque fuera súper rebelde o súper valiente como para salir de casa tan puverta, sino porque tuve el privilegio de salir de mi ciudad natal Manizales hacia la capital a estudiar, sostenida económicamente por mis padres. Lo cual me aparta de la realidad de muchas otras mujeres, incluida yo misma en este preciso instante.
Irme de casa tan joven me ha dejado en una posición de privilegio en muchos sentidos y, entre ellos, tener un espacio propio desde hace mucho tiempo. Es decir, poder levantarme desnuda de la cama y poder ir a la cocina a prepararme un café sin que haya interrupción de mi intimidad ni mi silencio. A eso me refiero con espacio propio. Y, precisamente, es lo que ahora mismo, no tengo.
También debo decir antes de llegar a mi punto, que siempre he sido una muy buena llanera solitaria -o de personalidad introvertida-, porque la escena anterior para algunas personas puede sonar nostálgica pero para mí es la mejor de las formas posibles de empezar una mañana. Esto también me aparta de otras formas de ser de otras mujeres que preferirían mil veces estar rodeadas de personas y charlar mientras se toman el café.
Ahora bien, esta reflexión viene a flote porque a pesar de que mi estilo de vida ha sido el que les acabo de contar, ahora mismo estoy viviendo con mis papás y eso ha cambiado muchísimas dinámicas en mi vida, entre ellas mi relación con el erotismo.
Empezando con WETCARLOTA...
Este proyecto empezó como una pura expresión de mi propio erotismo enmarcado en la intimidad del pequeño apartaestudio en el que viví hasta el año pasado, sumado a exploraciones eróticas que surgieron a raíz de la pandemia con quien estuve en ese momento de encierro.
Inmediatamente me mudé con mis papás mi energía erótica se fue al piso y se apagó la tan famosa y clichesuda "llama de la pasión". Dejé de masturbarme como lo hacía antes, dejé de establecer rituales de placer y autoapreciación, dejé de tomarme fotos, empezó a ser incómodo hacer sexting o cualquier otra cosa que implicara mi expresión erótica.
En ese momento me hice consciente de que mi privilegio me había nublado la empatía con quienes no tienen un espacio literal y metafórico para desarrollar su erotismo de forma libre y cómoda. No porque criticara a quien no tuviera ese espacio, sino porque ni siquiera era consciente de que no tenerlo tiene una implicación profunda en la vida erótica de las personas, porque desde que tengo necesidades eróticas que van más allá de lo genital, estoy sola en mi propio lugar. Y desarrollar el erotismo de forma libre y cómoda no es tener miedo de que el vibrador se escuche en la habitación contigua. Libre y cómodo no es tener que orgasmear en silencio.
Desarrollar el erotismo de forma libre y cómoda (para mí, desde mis privilegios y formas de ser) es poder preparar y tomarme un café estando desnuda y sola y poder poner el celular en modo selfie para posar y tomarme fotos sexys en cada rincón de mi propia casa con los tatuajes de WETCARLOTA. Pero esa propia casa es casi una fantasía para muchxs, incluso para mí misma en este momento en el que mis prioridades económicas no incluyen tener un espacio propio.
Tener una habitación -espacio- propia por supuesto que es un asunto político y económico de mucha más importancia que lo que yo puedo escasamente plantear aquí, pero entre todas esas cosas está desarrollar el erotismo de forma libre y cómoda porque es vital para la construcción de la autoapreciación, el amor propio, el placer, el buen vivir.
Me pregunto cómo lo viven otras mujeres y otras personas, porque no es sólo un asunto de mujeres.
De cualquier forma, creo que una mujer siempre debe procurar, de forma literal o metafórica, gestionarse un espacio propio para escribir y masturbarse -y todo lo que no necesariamente es masturbarse pero sí es experimentar su erotismo-.
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